Durante los últimos 15 años como médico he estado analizando miles de analíticas que han pasado a diario por mis manos. La conclusión que he sacado es que cada vez hay personas más jóvenes con hipertensión arterial y con alteraciones analíticas graves (colesterol, triglicéridos, glucosa,…). Personas de 40 a 50 años tomando o estando a punto de tomar medicamentos para tener a raya la enfermedad y que, en muchos casos, lo ven como normal. En la mayoría de ocasiones estas alteraciones metabólicas se relacionan con nuestros hábitos. La decisión es clara, podemos mejorar nuestra salud cambiando estos hábitos de vida o tomar medicamentos para “curar” o más bien «parchear» nuestra salud y empeorar nuestra calidad de vida. Los casos que han pasado por nuestra consulta son esclarecedores. Personas que han mejorado sus parámetros analíticos a valores normales en unos meses, con unos pequeños cambios que, la mayoría de las veces, no se habían hecho por desconocimiento.
Quiero compartir con ustedes uno de los casos que hemos tratado en nuestra consulta para que vean un ejemplo.

Se trata de un paciente varón de 42 años. Su peso inicial es de 91,6 kg que nos define un estado de IMC (Índice de masa corporal) de sobrepeso grado II.

En esta gráfica observamos como su peso va disminuyendo a lo largo de 7 meses hasta llegar a los 78,1 kg actuales que nos define un IMC de normopeso.

En este último evolutivo podemos observar como ha ido disminuyendo su perímetro abdominal que inicialmente estaba en 108 cm y en el último control era de 91 cm. Es importante reseñar que este es un importante marcador de riesgo cardiovascular, estableciendose un valor máximo de 102 cm en varones y 88 en mujeres.


Estas imágenes nos muestran una representación inicial de la grasa visceral del paciente que se encontraba en 138,3 cm cuadrados y actualmente en 82 cm cuadrados. Es precisamente esta grasa la que se relaciona con enfermedades metabólicas, por lo que en este este caso sí podríamos vincular la mejora de metabólica del paciente, que en breve explicaremos, con la pérdida de esta grasa visceral.
Lo más destacable del caso no es la pérdida de peso y la mejora de composición corporal, sino que el motivo de la consulta fue por hipertensión arterial. El paciente padecía descompensaciones en su tensión arterial en rango de crisis hipertensiva franca. A pesar del tratamiento médico que toma, estas crisis no solo han desaparecido sino que se ha ido reduciendo dicho tratamiento hasta dejarlo en la dosis mínima. No es descartable que poco a poco pueda prescindir del mismo si sigue afianzando y sumando hábitos saludables.
Es importante reseñar que no todos los casos de descompensación metabólica como el que hemos expuesto van a responder de la misma manera al tratamiento de control de peso (siempre hay que individualizar los casos), aunque en la gran mayoría de las personas sí es esperable una mejoría notable como este caso.